Tres características de la Existencia
(En pāli: Ti-Lakkhana) Las Tres Marcas, Los Tres sellos, Las Tres Realidades
Una de las enseñanzas fundamentales de Buda es conocida como las Tres Características de la Existencia. Explica cómo es la naturaleza del mundo percibido y de todos los fenómenos del mismo. Éstos están sujetos a tres características:
La Impermanencia
La Insustancialidad
La Insatisfactoriedad
La práctica budista considera que el factor último de liberación del individuo no consiste en un mero conocimiento lógico o teórico de estas tres realidades, sino en su comprensión y aceptación emocional interna auténtica y plena, consecuente con la actitud en la vida.
(En pāli: Ti-Lakkhana) Las Tres Marcas, Los Tres sellos, Las Tres Realidades
Una de las enseñanzas fundamentales de Buda es conocida como las Tres Características de la Existencia. Explica cómo es la naturaleza del mundo percibido y de todos los fenómenos del mismo. Éstos están sujetos a tres características:
La Impermanencia
La Insustancialidad
La Insatisfactoriedad
La práctica budista considera que el factor último de liberación del individuo no consiste en un mero conocimiento lógico o teórico de estas tres realidades, sino en su comprensión y aceptación emocional interna auténtica y plena, consecuente con la actitud en la vida.
Impermanencia
(En pāli: Anicca) Transitoriedad. Cambio.
El budismo afirma que tanto nuestra realidad interior como el mundo externo, están siempre en un estado de cambio permanente. La estabilidad, sea en los átomos, en las cordilleras montañosas, o aún en nosotros mismos es una ilusión. Según la doctrina budista, ninguno de nosotros es física, emocional ni mentalmente la misma persona que éramos hace años. Ni siquiera hace minutos o un sólo instante. Todas las situaciones, todas las entidades, todos nuestros pensamientos y todos nuestros estados de ánimo nacen, ganan fuerza, se deterioran y desaparecen. Para el budismo, somos seres cambiantes en un mundo cambiante. Por eso no nos es posible encontrar seguridad permanente ni certidumbre absoluta, incluso en el más próximo futuro.
Insustancialidad
(En pāli: Anattā) No-yo. Carencia de un sí-mismo perdurable, de un yo, de un mí. Ausencia de un alma. Carencia de una existencia intrínseca.
Anattā, la insustancialidad, es el elemento más importante y más característico de las enseñanzas budistas, y es lo que distingue al budismo respecto al resto de religiones. Por eso al Buda se le llama a veces Anattā-vadi (el maestro de la Insustancialidad). Es también sin lugar a dudas, el aspecto más difícil de asimilar correcta y plenamente para sus seguidores.
Anattā va unida indisolublemente con Aniccā porque si todo cambia no puede haber una entidad permanente. Buda predicó que nuestra idea sobre la existencia de nuestro "yo" es en realidad una idea falsa que surge sobre lo que no es más que una colección temporal e inestable de procesos dinámicos en constante cambio. De estos procesos surge la consciencia así como la noción de ser una individualidad.
La Insustancialidad no es equivalente a la aniquilación de la personalidad ni al nihilismo, ya que no se afirma la inexistencia de la persona, sino la inexistencia de una sustancia, esencia, o entidad intrínseca duradera en la persona. El budismo considera yo, me y mi como convenciones e ideas relativas necesarias para poder operar en la vida diaria. En la terminología budista se le denomina una verdad convencional en contraposición a una verdad última o absoluta. Ambas coexisten en la realidad, no obstante sólo vivimos una de ellas a causa de la ignorancia sobre ello.
Anattā, al igual que el resto de afirmaciones filosóficas del budismo, es para sus seguidores un elemento de práctica en el que investigar y no una convención de fe. Nace teniendo como punto de partida la experiencia, que siempre supedita a los razonamientos en el budismo. Esa experiencia de "olvidarse a sí-mismo", surge normalmente a través de un camino doble simultaneo de aprendizaje: debido a la práctica de entregarse plena e incondicionalmente a todas y cada una de las pequeñas acciones diarias cotidianas, y debido a la práctica de la meditación (bhavana o cultivo de la mente).
(En pāli: Anicca) Transitoriedad. Cambio.
El budismo afirma que tanto nuestra realidad interior como el mundo externo, están siempre en un estado de cambio permanente. La estabilidad, sea en los átomos, en las cordilleras montañosas, o aún en nosotros mismos es una ilusión. Según la doctrina budista, ninguno de nosotros es física, emocional ni mentalmente la misma persona que éramos hace años. Ni siquiera hace minutos o un sólo instante. Todas las situaciones, todas las entidades, todos nuestros pensamientos y todos nuestros estados de ánimo nacen, ganan fuerza, se deterioran y desaparecen. Para el budismo, somos seres cambiantes en un mundo cambiante. Por eso no nos es posible encontrar seguridad permanente ni certidumbre absoluta, incluso en el más próximo futuro.
Insustancialidad
(En pāli: Anattā) No-yo. Carencia de un sí-mismo perdurable, de un yo, de un mí. Ausencia de un alma. Carencia de una existencia intrínseca.
Anattā, la insustancialidad, es el elemento más importante y más característico de las enseñanzas budistas, y es lo que distingue al budismo respecto al resto de religiones. Por eso al Buda se le llama a veces Anattā-vadi (el maestro de la Insustancialidad). Es también sin lugar a dudas, el aspecto más difícil de asimilar correcta y plenamente para sus seguidores.
Anattā va unida indisolublemente con Aniccā porque si todo cambia no puede haber una entidad permanente. Buda predicó que nuestra idea sobre la existencia de nuestro "yo" es en realidad una idea falsa que surge sobre lo que no es más que una colección temporal e inestable de procesos dinámicos en constante cambio. De estos procesos surge la consciencia así como la noción de ser una individualidad.
La Insustancialidad no es equivalente a la aniquilación de la personalidad ni al nihilismo, ya que no se afirma la inexistencia de la persona, sino la inexistencia de una sustancia, esencia, o entidad intrínseca duradera en la persona. El budismo considera yo, me y mi como convenciones e ideas relativas necesarias para poder operar en la vida diaria. En la terminología budista se le denomina una verdad convencional en contraposición a una verdad última o absoluta. Ambas coexisten en la realidad, no obstante sólo vivimos una de ellas a causa de la ignorancia sobre ello.
Anattā, al igual que el resto de afirmaciones filosóficas del budismo, es para sus seguidores un elemento de práctica en el que investigar y no una convención de fe. Nace teniendo como punto de partida la experiencia, que siempre supedita a los razonamientos en el budismo. Esa experiencia de "olvidarse a sí-mismo", surge normalmente a través de un camino doble simultaneo de aprendizaje: debido a la práctica de entregarse plena e incondicionalmente a todas y cada una de las pequeñas acciones diarias cotidianas, y debido a la práctica de la meditación (bhavana o cultivo de la mente).
Insatisfactoriedad (Duhkha)
Insatisfactoriedad
(En pāli: Dukkha) Insatisfacción. Sufrimiento. Incomodidad. Dolor. Intranquilidad. Imperfección. Malestar. Desilusión. Fricción. Pesar. Frustración
Mientras que la Insustancialidad es la principal enseñanza del Budismo, la eliminación o extinción de la Insatisfacción (Duhkha) es su principal y último objetivo. La búsqueda de una felicidad no condicionada fue el propósito que empujó a Gautama a su gran búsqueda espiritual. En la doctrina budista se hace indispensable aceptar la existencia de esa insatisfacción en la vida que aparece de manera intermitente, y por tanto, que el sufrimiento es una realidad inherente a existir y universal. Aunque Buda reconoció y animó a conservar los estados y momentos felices (buena situación económica, buena salud, etc...) afirmaba que éstos no son permanentes y que en todo caso, son coronados por la muerte.
Para el budista, Duhkha es el resultado de no actuar ni pensar de manera que sea realmente consecuente con las realidades de Anitya y Anātman. Es el resultado de tener una actitud que admite la posibilidad de una satisfacción duradera o de la existencia de un ser, un "yo", al que proteger o beneficiar. Así, la consecuencia de no aceptar Anitya, la Impermanencia, es que experimentamos momentos de inseguridad, decepción, frustración o dolor cuando la transitoriedad o cambio se nos manifiesta en el transcurso de la vida. Y la consecuencia de no aceptar Anātman, la Insustancialidad, la ilusión del “yo”, es que a veces en la vida nos resistimos o luchamos internamente contra todo lo que interpretamos o creemos ver como un posible ataque o una injusticia, de la vida misma en ocasiones, hacia este “yo”.
La Insatisfactoriedad (Duhkha) no es sólo consecuencia de la ley de Anitya, del cambio y la impermanencia, sino que también está a su vez sujeta a ella. Así los procesos de aparición y desaparición de Duhkha se suelen ir alternando en la vida (Samsāra), o pueden llegar a extinguirse de manera definitiva (Nirvāņa) una vez que hayamos visto el origen de Duhkha de manera clara mediante la práctica y la disciplina.
2 comentarios:
Y dale con el cuento... de eso se trata... comprender para aceptar o no?.
Bien perro, darle y pulirse like a rolling stone.
Acuerdate del documental que te encargué.
“NO TE AFERRES A NADA DE NADA Y ESA NADA BÓTALA”
El TaoZen no es una religión, es una filosofía de vida y por ende respeta los credos y creencias personales. Su instrucción es impartida por medio del Combate Zen (Combate con uno mismo), en base al Juego de los Espejos, en una instrucción continua y permanente para “aceptarnos, conocernos y enfrentarnos” a nosotros mismos.
De la cuántica al Tao Zen...Sigo el camino del autoconocimiento y la búsqueda...de estímulo para seguir pensando, sintiendo y creando......
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